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Ismael Gil, que tomó el testigo de su padre, Manuel Gil, es testimonio vivo de una saga familiar consagrada a la botica. El primer día que comenzó como titular en 2018 aprendió la primera lección: “Comprendí que la atención farmacéutica iba mucho más allá de la simple dispensación de medicamentos: se trataba de escuchar, aconsejar y empatizar con cada paciente”. Y se quedó con un consejo de su padre que nunca olvidará: “Siempre me repetía que un paciente podía entrar en nuestra farmacia por proximidad, pero volvería por la calidad de la atención recibida”. En este sentido, explica, “mi padre reformó la farmacia, amplió los horarios y formó un equipo altamente cualificado. Además, supo anticiparse al futuro de la farmacia comunitaria apostando por los servicios asistenciales como un elemento diferenciador”. El resultado es una farmacia con 400 m² que permanece abierta todos los días del año y que se distingue por servicios punteros como los SPDs, la atención farmacológica, la formulación magistral, la asesoría nutricional o el consejo dermocosmético personalizado.