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Pedro Manuel Hernández nos abre las puertas de su farmacia. Perteneciente a una familia de farmacéuticos, compró su botica en 1988 en Las Palmas de Gran Canaria. Hoy día es el proyecto más ilusionante de su vida. “Soy la cuarta persona que gestiona la oficina de farmacia. El primero fue Nicolás Lorenzo Fernández, que falleció a los 33 años. Posteriormente la compró José Martín, y más tarde fue adquirida por Andrés Megías Mendoza. En 1988 decidí dar el paso y comprarla cuando se puso en venta”, relata.
“Ser boticario para mí es una bonita profesión en la que intentas siempre aconsejar a los pacientes, y para ello tengo un equipo que se vuelca al 100x100. Ellos son la verdadera espina dorsal de la botica”, asegura el farmacéutico antes de confesar que, si no fuera por los compañeros de trabajo, su proyecto sería inviable.