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El término hidrofobia hace mención a un trastorno consistente en un miedo irracional e intenso al agua, pudiendo tratarse tanto de un problema de salud mental como también de una manifestación común de la rabia, una enfermedad infecciosa transmitida por animales.

Centrándonos en la hidrofobia como problema de salud mental, los síntomas pueden incluir  ansiedad intensa, mareos, palpitaciones y sudores ante la exposición al agua; o al anticipar posibles situaciones de contacto con el agua, como el baño en una piscina, en el mar o incluso en casos extremos, a beber.

No se conoce bien su prevalencia, aunque los casos graves son poco habituales.

Este miedo puede estar causado por una experiencia traumática previa –por ejemplo, un accidente en una piscina con riesgo de ahogamiento–, sin embargo, en otros casos se presenta sin que haya una experiencia previa identificable.

La hidrofobia puede interferir de manera grave en la calidad de vida de la persona que la sufre, especialmente cuando llega a afectar a beber agua.

Diversas terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual y la desensibilización sistemática han demostrado ser eficaces para reducir la ansiedad asociada a la hidrofobia.