Lo más peligroso no es la mentira, sino la vice-verdad, que no llega a verdad, ni llega a mentira.
Lo más peligroso no es la mentira, sino la vice-verdad, que no llega a verdad, ni llega a mentira. Por ejemplo, la carne picada. La que se vende ya picada, estuchada, en un escaparate que recibe la luz y, por tanto oxida, y que es comodísima para hacer albóndigas, pongo por caso. No sabemos de qué parte de la red se ha extraído la carne picada, pero confiamos en que sea carne. Bueno, pues no todo es carne. Es carne el 80% en el mejor de los casos, y el 70% en el peor. Y ese otro 30% que no es carne ¿Qué es? Pues nitritos, espesantes, cereales, sulfitos y aditivos variados, necesarios para que se conserve y no nos envenene. Bueno, pues a pesar de eso, a veces, se descubre un coli de los que sirven para que adelgacemos. Además, no todos los estuches informan. Y si informan, la letra es tan pequeña, que la rapidez de la compra se neutraliza por lo que tardas en saber que contienen ese 20 o 30% que ni siquiera es carne.