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La pérdida auditiva no es solo un problema de oído, también de salud general. No abordarlo puede tener consecuencias mayores, tanto físicas como emocionales.
El cerebro necesita trabajar en conjunto con ambos oídos para procesar la información. Si esto no sucede, el esfuerzo puede generar desgaste y afectar la calidad de vida.
Esperar demasiado también puede disminuir la efectividad de los tratamientos y agravar las consecuencias sociales, como el aislamiento.